Para crecer
Existen momentos en los que las historias de nuestros abuelos se vuelven burdas y absurdas, aquellas que escuchábamos sin atención sin razonamiento alguno, alguna vez me pregunté porque mi abuela siempre me contaba la misma historia aquella en donde su mamá había sido parte de la revolución y recordaba claramente como vivió la peste española, me contaba su juventud sus sueños, sus pasatiempos, como veía a su padre fabricar jabón en un tambo.
Cuando eres joven jamás tomas en cuenta que tarde o temprano envejeceras, que quizá tus posibilidades de moverte no serán las mismas y que conforme pasen los años incluso tus miedos no serán igual.
Existe otra forma de ver la vida, alejándonos del estrés y la ansiedad, envejecimiendo, la alegría de vivir es extraordinaria pero la sensatez, sabiduría y amor no son los mismos son mejores.
Luchamos por no perder la apariencia, luchamos por ser siempre jóvenes nos olvidamos que más allá de esto existe la posibilidad de envejecer con dignidad, a veces confiamos tanto en la familia que no nos damos a la tarea de prevenir en donde quisiéramos vivir al envejecer, procuramos pensiones, dineros todo pero jamás en donde viviremos ya que nadie me atienda o que sera de mi.
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